Resulta sumamente auspicioso el comienzo del tratamiento legislativo de la modificación de la Ley de Biocombustibles en la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, apoyado por las principales provincias bioenergéticas del país junto a sus dirigencias sectoriales. El crecimiento de las bioenergías en general y de los biocombustibles en particular, implican enormes beneficios para los principales motores de la economía del país. En primer lugar, porque está sobradamente demostrado que nuestros ciclos económicos acompañan fielmente los vaivenes de los mercados mundiales de nuestras agrocomodities. El potencial de descabonización de las bioenergías unido a su flexibilidad de intercambio con las principales fuentes tradicionales -sin requerimientos de gigantescas inversiones- brindan una oportunidad única al país para modular sus ciclos económicos dando un destino energético a la producción agrícola, maximizando ese destino en momentos de crisis externas o priorizando el uso alimenticio cuando el mundo así lo requiere. Como bien lo destaca Jorge Feijóo, beneficia también al sector petrolero, que ya presenta déficits de capacidad en su parque refinador en un contexto de inconveniencia de ampliarlo ante la movida mundial hacia la descarbonización. Los biocombustibles permiten cubrir estos faltantes mediante alternativas descarbonizantes que posibilitan seguir usando la desarrolladísima red de expendio de combustibles líquidos y del parque automotor existente sin necesidad de cuantiosas inversiones para inciertos recambios tecnológicos. Para el sector automotriz -que es otro de los pilares del desarrollo industrial argentino- también implica una oportunidad de oro para asegurar la continuidad de los empleos en la vasta red de montadoras, repuesteras, talleres de mantenimiento, etc. desarrollada en torno a la motorización a combustión interna, cuya descarbonización puede lograrse sin necesidad de recambios tecnológicos con la simple sustitución de combustibles fósiles por sus alternativas renovables de carbono neutro. Esto evitaría tener que recurrir a una mucho más costosa electromovilidad de bajo mantenimiento y descartable apenas se agotan las baterías, que solo da cabida a enormes megafactorías que trabajan a escalas inalcanzables para instalar en nuestros mercados.

Santiago Paz-Brühl                                         

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